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“ERA MUY DIVERTIDO, CON UNA LEALTAD Y UNA BONDAD QUE LLEGABA A TODOS”

Desde las 7 de la mañana, en la Basílica Nuestra Señora de la Consolata, se realiza el velatorio del padre Miguel Hippermayer. La misa exequial será a las 17,30 horas.

Desde temprano los vecinos y fieles pasan a dar el último adiós al padre Miguel, quién por 31 años fue párroco del Santuario La Consolata. Nació en Reducción el 5 de mayo de 1941 y fue ordenado sacerdote el 12 de octubre de 1968 por Monseñor  Moisés Julio Blanchoud en la Parroquia Fátima de Río Cuarto. Desde 1982 hasta 2013 fue párroco de Sampacho.

Sus sobrinos, Matías, Santiago y Nicolás Hippermayer reciben el cariño y el saludo de la gente. “Es un día feo para la familia, no somos muchos, pero iba a llegar…dejó de sufrir, no estaba bien en este último tiempo. Seguro está tranquilo junto a su madre y su hermano. Es lindo ver tanta gente que entra y sale, eso quiere decir que en los 37 años que estuvo acá hizo bien las cosas y vivió por su pueblo, por Sampacho, su gente era ésta. Se nos acercan y nos cuentan anécdotas, creo que el trabajo que hizo dio sus frutos”, dijo Matías Hippermayer en diálogo con FM IDENTIDAD y ARCO IRIS TV.

“Era una persona muy carismática, muy divertido, cuando se enojaba, se enojaba pero tenía una lealtad y una bondad que llegaba a todos. Nunca nadie me habló mal de él”, agregó Matías.

Sobre los últimos días del padre Miguel, relató, “estuvimos turnándonos para cuidarlo en este último tiempo, estaba medio perdido pero cuando escuchaba nuestros nombres se le iluminaba la cara, se fue totalmente en paz. En los últimos días estaba más deteriorada su parte cognitiva pero la semana anterior pudimos charlar, nos reímos y tuvimos lindas charlas”.

“Ahora va a ir a un panteón de una familia amiga y después van a decidir si lo traen acá, a la iglesia o a la plaza, no sé qué van a decidir. Nos ponemos a disposición de lo que decida la comunidad porque no deja de ser su familia, nunca quiso irse de Sampacho”, remarcó Matías.

Al final agradeció, con mucha emoción, a quienes lo cuidaron, “en estos años en los que no se podía manejar solo porque quedó ciego, un grupo de personas excelentes que lo aman con locura, lo cuidaron. A ellos, muchas gracias!”.

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